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"Lumen Fidei":La Luz de la fe, primera Encíclica del Papa Francisco 

 

“Lumen fidei” - La luz de la fe (LF) es la primera encíclica firmada por el Papa Francisco, en la que subraya la necesidad de recuperar la fe en una época como la actual "en la que el creer se opone al buscar y la fe es vista como una ilusión, un salto al vacío que impide la libertad del hombre". Está dividida en una introducción, cuatro capítulos y una conclusión, escrita en su mayor parte por su predecesor Benedicto XVI.

El primer capítulo se titula "Hemos creído en el amor", y trata sobre la escucha de la llamada de Dios; el segundo "Si no creéis, no comprenderéis" y en el mismo el Papa demuestra la relación entre la fe y la verdad. El tercero se titula "Transmito lo que he recibido" y se centra en la nueva evangelización, ya que la encíclica se enmarca en el Año de la Fe, abierto por Benedicto XVI en octubre del pasado año y que concluirá en noviembre próximo. El cuarto capítulo, "Dios prepara una ciudad para ellos", se refiere a la relación entre la fe y el bien común.

 

 

La encíclica se centra, después, en los ámbitos iluminados por la fe: en primer lugar, la familia fundada en el matrimonio, entendido como unión estable de un hombre y una mujer. Nace del reconocimiento y de la aceptación de la bondad de la diferenciación sexual y, fundada sobre el amor en Cristo, promete "un amor para siempre" y reconoce el amor creador que lleva a generar hijos. Después los jóvenes: aquí el Papa cita las Jornadas Mundiales de la Juventud, en las que los jóvenes muestran "la alegría de la fe" y el compromiso de vivirla de un modo firme y generoso. "Los jóvenes aspiran a una vida grande - escribe el Papa -. El encuentro con Cristo da una esperanza sólida que no defrauda. La fe no es un refugio para personas pusilánimes, sino que ensancha la vida". Y en todas las relaciones sociales: haciéndonos hijos de Dios, de hecho, la fe da un nuevo significado a la fraternidad universal entre los hombres, que no es mera igualdad, sino la experiencia de la paternidad de Dios, comprensión de la dignidad única de la persona singular. Otra área es la de la naturaleza: la fe nos ayuda a respetarla, a "buscar modelos de desarrollo que no se basen únicamente en la utilidad y el provecho, sino que consideren la creación como un don"; nos enseña a encontrar las formas justas de gobierno, en las que la autoridad viene de Dios y está al servicio del bien común; nos ofrece la posibilidad del perdón que lleva a superar los conflictos. "Cuando la fe se apaga, se corre el riesgo de que los fundamentos de la vida se debiliten con ella", escribe el Papa, y si hiciéramos desaparecer la fe en Dios de nuestras ciudades, se debilitaría la confianza entre nosotros y quedaríamos unidos sólo por el miedo. Por esta razón no debemos avergonzarnos de confesar públicamente a Dios, porque la fe ilumina la vida social. Otro ámbito iluminado por la fe es el del sufrimiento y la muerte: el cristiano sabe que el sufrimiento no puede ser eliminado, pero que le puede dar sentido, puede convertirlo en acto de amor, de entrega confiada en las manos de Dios, que no nos abandona, y ser así "etapa de crecimiento en la fe y el amor". Al hombre que sufre, Dios no le da un racionamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que acompaña, que abre un un resquicio de luz en la oscuridad. En este sentido, la fe está unida a la esperanza. Y aquí el Papa hace un llamamiento: "No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino."

 

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